El turismo micológico no para de ganar adeptos y ya forma parte del imaginario de todos aquellos que disfrutan con el buen comer en entornos privilegiados. Al poder desarrollarse solo en períodos muy concretos y limitados del año, se convierte en una práctica casi premium. Y en De Salas, que nos gusta cuidar a nuestros clientes y amigos, hemos preparado algunas sugerencias, ahora que estamos en época.
Sombras, descenso de temperaturas, lluvia, y los suelos de los bosques cobran vida. Y esas condiciones, que para algunos pueden ser sinónimo de pereza, para otros se convierten en el momento perfecto para hacer acto presencia. En concreto, setas, hongos, y los que se lanzan a recogerlos.
Si nunca se ha hecho quizá no estaría mal acudir con algún experto, o incluso realizar algún curso de iniciación, ya que no todas son comestibles y las técnicas para recogerlas son especiales. Además, debe hacerse en zonas permitidas, y llevar el material adecuado para ello.
Por ejemplo, la Asociación de Empresarios Turísticos de la Sierra de Albarracín organiza diferentes actividades relacionadas con el universo micológico, como salidas, talleres o gastronomía, basadas en el respeto y conocimiento del medio natural, en grupos pequeños y acompañados por profesionales.
De cualquier forma, hay varias apreciaciones que deben tenerse en cuenta cuando se trata del turismo micológico, y conviene repasarlos y conocerlos. Por ejemplo el comentado permiso, es una sencilla ficha en el ayuntamiento de la zona donde se vaya a practicar. Y por supuesto precaución, como decíamos, no todas son comestibles y las hay incluso venenosas.
No deja de ser una actividad al aire libre y por zonas boscosas, así que, aunque suene a obviedad, hay que ir bien preparado ante cualquier imprevisto que pueda surgir, con botiquín, equipación necesaria y GPS. Y para recoger también hay que estar listo, con una cesta de mimbre para transportarlas, una navaja para realizar el corte, siempre limpio, nada de arrancar, y sabiendo que las pequeñas hay que dejarlas crecer hasta otro año.
Tenemos la suerte de vivir en un país muy rico donde poder llevar a cabo esta actividad en prácticamente cualquier comunidad autónoma, pero nos hemos dejado por expertos y en todas las informaciones coinciden en algunos lugares concretos donde desarrollar el turismo micológico.
El Parque Natural de Montseny en Barcelona es uno de los que aparecen en todas las agendas micológicas, ya que hay mucha variedad y cantidad y se disfruta recogiendo y paseando, que es una Reserva Natural de la Biosfera, así que darse una vuelta por la ruta de la Ermita de Sant Martí o la del avión abandonado, merece la pena, para abrir apetito y comerse después las setas bien merecidas.
En Extremadura, el Valle del Ambroz con níscalos y boletus, y el Parque Natural de la Sierra de las Nieves en Málaga con colmenillas, Morcheta Elafoides o níscalos, se hacen imprescindibles. En este último además, en el municipio de El Burgo se hacen rutas programadas de entre 4 y 50 personas para recolectar, comer y asistir a un taller de cestería.
Y Madrid es otro enclave de turismo micológico, en el Valle del Lozoya, en la Sierra Norte, famoso por sus boletus y setas de cardo, además del área de Rascafría. En ambos casos puede contactarse con la Sociedad Micológica de Madrid para informarse de las actividades que llevan a cabo en esta época.
En fin, que no vamos a renunciar a la experiencia de recolectar deliciosas setas, hongos y boletus, que después nos encantará degustar en buena compañía y en un paisaje de los que no se olvidan. ¡Que empiece la temporada!
Gala Mora
DESALAS Lyfestyle