El invierno es mucho más que días cortos y noches frías. Es una de las estaciones donde la naturaleza nos regala algunos de los fenómenos más espectaculares. Y puesto que este 2020 se acaba (por fin), en De Salas hemos querido terminar el año reuniendo unos cuantos para contárselos a nuestros clientes y amigos, con la esperanza de que despidan el año pensando que, por suerte, la naturaleza sigue su curso, y con el deseo de que todos podamos continuar con nuestra vida normal también lo más pronto posible.
Así que el primer lugar que nos ha llamado la atención por su singular belleza es, sin duda alguna, la aurora boreal. Una fantasía de colores que solo puede observarse en invierno y en latitudes altas. Para explicar el fenómeno de las auroras boreales debemos acudir a físicos especializados en magneto-hidrodinámica, según cuentan desde turismo de Noruega, uno de los mejores países para ver en directo el fenómeno.
Pero como estos expertos hablan en un lenguaje difícil de entender para la mayoría de los mortales, ellos han encontrados una explicación algo más sencilla: cuando las explosiones y llamaradas solares alcanzan cierta intensidad, enormes cantidades de partículas son arrojadas por este astro al espacio. Como decimos, Noruega es uno de los países más visitados cuando se quiere observar este fenómeno, pero Islandia, Suecia o Alaska también gozan de esos maravillosos cielos que ojalá podamos ver con nuestros propios ojos algún día.
Otro espectáculo que se produce en nuestro invierno es ver el avance del glaciar Perito Moreno, en Argentina. Y decimos en nuestro invierno porque en el hemisferio sur ahora es verano aunque la temperatura de Calafate, la región donde se encuentra, no conoce de un verano como el que estamos acostumbrados.
Se trata de uno de los glaciares vivos más grandes del mundo, con 50 kilómetros de longitud y cuya observación deja boquiabiertos a todo el que lo visita. Es habitual escuchar el sonido del hielo y, con un poco de suerte, se asiste al impresionante espectáculo que es ver cómo se desprende alguna de sus paredes y caer al llamado Lago de los Glaciares, teñido de un color turquesa insospechado.
En el mismo continente pero bastante más arriba, descubrimos las burbujas heladas del Lago Abraham de Alberta, Canadá. La explicación se encuentra, además de en el invierno, en las bacterias que habitan en el fondo del lago y que se alimentan de materia orgánica muerta, de modo que periódicamente desprenden metano y ese gas termina quedando atrapado en el hielo. Aunque hay que tener cuidado, porque las burbujas son inflamables, así que no enciendas una cerilla cerca si no quieres llevarte un susto.
Y acabamos con un fenómeno curioso que además invita a pensar en verano y porqué no, en un futuro cercano más positivo que este presente que tenemos. Se trata del Grüner See en Austria. Es un parque natural rodeado de alguno de los paisajes montañosos más bonitos del país y cuyo lago de aguas verdes cristalinas ofrece unas vistas impresionantes en invierno, pero que en verano, sube tanto su nivel que se convierte en uno de lo mejores lugares para bucear.
Como lees. El parque, con sus pasarelas, bancos y árboles, queda tal cual sumergido bajo el agua en verano, de forma que es una atracción turística tanto en los días fríos de invierno, como en los calurosos estivales. Una excusa perfecta para conocer el lugar en dos momentos del año.
En este 2020 complicado, en De Salas hemos querido despedirnos de una forma amable, con la naturaleza como punto final y a la vez como continuidad. Porque un invierno en pandemia parece más invierno y nuestro deseo es que los días fríos sirvan para seguir disfrutando de la vida, que ahora más que nunca, es el mejor regalo que podemos pedirle a la naturaleza. ¡Por un 2021 lleno de vida, en todos los sentidos!
Gala Mora
DESALAS Lisfestyle