San Isidro es el patrón de Madrid y su fiesta es el 15 de mayo. Pero, ¿sabemos por qué? En De Salas hemos querido averiguar el origen de nuestro patrón y ya de paso, recorrer la historia de la capital y las costumbres que giran en torno a esta celebración, que parece que este 2021 va a poder tener lugar.
Se dice que Isidro nació en el número 1 de la calle Águila, en el madrileño barrio de La Latina, en el año 1080 y en el seno de una familia muy humilde, por lo que tuvo que ponerse a trabajar en el campo, de ahí lo de Isidro Labrador. También se dice que era muy piadoso y rezaba antes de empezar a trabajar, algo que no gustaba a su patrón hasta que, dicen, un día vio cómo mientras Isidro rezaba, unos ángeles bajan a arar por él.
Tenía un talento especial para encontrar agua, era zahorí, de ahí también que se le saque en procesión en épocas de sequía extrema. Sea como fuere, lo cierto e que con un golpe de su vara en una peña, hizo brotar un manantial de agua junto al que hoy se levanta la Ermita del Santo. Y trabajó casi toda su vida en Madrid, en la hacienda de la familia Vergas, en la zona que hoy es Carabanchel. Y si tenemos en cuenta que ya en la época de los visigodos, Madrid era conocida como “la madre de las aguas” por la cantidad del líquido elemento de que disfrutaba la ciudad, se entiende la importancia de este santo.
Casado con María Toribia, a la sazón Santa María de la Cabeza, son varios los milagros que obró San Isidro y que le valieron la canonización el 12 de marzo de 1622 a manos del Papa Gregorio XV, junto a San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y Santa Teresa de Jesús. A partir de ese día, se convirtió en patrón de Madrid.
Uno de sus milagros más sonado fue aquel que dice que salvó a su propio hijo cuando cayó en un pozo e hizo subir el agua para poder rescatarle, pozo que por cierto puede visitarse en el Museo de los Orígenes, en la Plaza del Humilladero. Enterrado en 1172 en la madrileña parroquia de San Andrés, cuarenta años después se descubrió su cuerpo incorrupto. A finales del siglo XVI se comenzaron los trámites para su canonización, apoyada por Felipe II.
Madrileño, castizo, todo lo que rodea la fiesta de San Isidro es como el santo, y su pradera se llena años tras año, menos 2020, de chulapos y chulapas, madrileños y de fuera, para sentarse y disfrutar de un buen chotis (bien agarrados y dando vueltas en el sentido contrario a las manecillas del reloj) o la gastronomía, desde la tortilla de patata, unos callos, gallinejas y entresijos hasta las deliciosas rosquillas, las listas y las tontas con azúcar o sin él, pero también las de Santa Clara, las francesas y las de la Tía Javiera y Fuenlabrada, conocidas por estar engarzadas en un cordel de cáñamo. Los valientes llevan una olla de cocido para repartir entre la gente.
Por cierto que uno de los dichos populares más famosos tiene que ver con esta festividad. Ser más chulo que un ocho, sin ir más lejos. Antaño había un tranvía, el numero 8, que iba desde la Puerta del Sol hasta la cercanía de la pradera, y era el que tomaban los chulapos y chulapas para ir a la pradera de San Isidro. Y claro, pocas cosas había entonces más “chulas que un ocho” en Madrid que ese tranvía lleno de manolos y manolas.
En De Salas nos encanta la historia y la cultura, y además de fomentar los viajes para conocer otras, sin duda tenemos que empezar por la propia, la más cercana. Si alguno de nuestros clientes y amigos no la conocía, encantados quedamos de haberla puesto en conocimiento. Ahora solo queda ajustarse el chaleco, y entonar aquello de Pichi, es el chulo que castiga. Buen San Isidro a todos los madrileños.
Gala Mora
DESALAS Lifestyle