En De Salas admiramos las construcciones que ofrecen un valor añadido, igual que hacemos con nuestros inmuebles, y en esta ocasión hemos descubierto un histórico hotel en La Provenza que nos ha parecido ideal presentar a nuestros clientes y amigos. Y de paso, aprovechar al otoño para disfrutar de la bonita región francesa.
El hotel L’Arlatan fue basílica en la época romana, palacio y mansión, está en el corazón de la ciudad francesa de Arlés y gracias al artista cubano Jorge Pardo hoy vive una nueva faceta. Tiene 35 habitaciones estándar, seis residenciales, una casa de invitados de 300 metros cuadrados.
Los más de 4000 metros cuadrados del hotel L’Arlatan se remontan a la época romana, cuando se construyó el Palacio de los Soberanos de la Provenza sobre las ruinas de la basílica que colindaba con los baños de Constantino. Tras pasar por varias manos, finalmente cayó en las de Maja Hoffmann, que se hizo con el edificio en 2014 y decidió emprender una colaboración con el artista mexicano Jorge Pardo.
Jorge Pardo es puro color y folclore. Nacido en Cuba pero casi mexicano de adopción, su estilo es inconfundible, una mezcla de estilos, iluminación, sabores, tradición, un equilibrio, como él mismo dice, entre escultura, arquitectura y construcción.
Para el hotel se inspiró en los paisajes y la historia de México, su vida personal, la Camarga y sus paisajes naturales, la región de la Provenza, la ciudad de Arles y Van Gogh, muy presente en esta localidad. De esta forma, cada estancia tiene su propia personalidad, y el hotel es una obra de arte en sí mismo.
“Recibimos carta blanca para llevar a cabo esta obra de arte total, lo que supuso un gran desafío”, cuenta Pardo, “porque todos los edificios del hotel están clasificados y protegidos como patrimoniales, por lo que tuvimos que trabajar preservando los muros históricos y al mismo tiempo, infundirle un nuevo espíritu creativo”.
Así que con la excusa de alojarse en el hotel, se puede aprovechar que el otoño es una de las épocas más bonitas para visitar la zona de la Provenza y disfrutar, por ejemplo, de los campos de lavanda. Si bien es cierto que los meses más impresionantes son julio y agosto, también es verdad que el colorido se mantiene hasta principios del otoño.
El espectáculo tanto visual como olfativo, resulta único, y pocos paisajes en el mundo son tan evocadores y bellos como los campos de lavanda. Y ya que estamos paseando y tenemos dónde alojarnos, no debemos olvidarnos de beber algo. Y también La Provenza resulta crucial en esta época del año.
Porque es ahora cuando comienza la vendimia, lo que significa que andar por la campiña entre viñedos es otro de esos placeres que regala la región. Francia es tierra de vinos, y en la recolección de la uva, los pueblos vitivinícolas se llenan de vida y celebran su fiesta de la cosecha.
Los cinco sentidos quedan, por tanto, bien saciados cuando de La Provenza se trata. Un lujo que en realidad está al alcance de todos pero que solo los más sofisticados y con inquietudes artísticas, llevarán a cabo.
Gala Mora
DESALAS Lifestyle