Las inversiones rusas en España superaron los 3.000 millones de euros en 2017, lo que convierte a Rusia en uno de los países donde más foco poner a la hora de reforzar el mercado inmobiliario patrio. Las cifras demuestran que los rusos solo están superados por los chinos en lo que a inversiones inmobiliarias se refiere, con más de 700 mil millones de euros en inmuebles, siendo Madrid la segunda ciudad preferida. Si bien es cierto que se piensa que lo hacen para lograr la llamada “Golden Visa”, o lo que es lo mismo, el permiso de residencia en España tras una cuantiosa inversión en vivienda, lo cierto es que no deja de ser capital ruso que entra en Madrid en forma de casas, por lo que parece incluso obligado devolver la cortesía y, al menos, conocer un poco más el país que recoge la final del Mundial de fútbol y que encuentra en agencias como De Salas y sus clientes, una oportunidad de negocio.
La última lista Forbes, que recoge los mayores patrimonios del mundo, reflejó que la fortuna conjunta de los 200 empresarios rusos más adinerados creció un 5,4% en 2017. Solo hay que pensar en Román Abramóvich, dueño del equipo de fútbol inglés Chelsea, para entender del perfil del nuevo ruso. Y es que atrás ha quedado la Rusia de los zares, el frío siberiano que ni las tropas del mismísimo Napoleón pudo combatir o la Perestroika y su apertura al mundo. La caída del muro de Berlín y la desintegración de la antigua Unión Soviética, abrió las puertas a un país, unas costumbres y unas ciudades majestuosas y con tradición, que merecen sin duda visitarlas para empaparse de historia. La capital Moscú se ha convertido en una de las más caras y lujosas del mundo, donde las grandes marcas de automóviles como Ferrari, Bentley o BMW, o de ropa como Prada, Gucci o Yves Saint Laurent, ocupan hoy los locales que una vez acogían librerías y pequeños negocios familiares. Por eso merece la pena visitar el Kremlin, la Plaza Roja o la famosa Catedral de San Basilio, asistir a una representación en el Teatro Bolshói o ir de compras al sofisticado centro comercial Gum, que llegó a ser mausoleo para la mujer de Stalin.
San Petersburgo es la otra ciudad por excelencia que merece una estancia, con el Museo del Hermitage como joya principal, pero sin olvidar la Iglesia de la Resurrección de Cristo, edificada en el mismo lugar donde fue asesinado, víctima de un atentado, el zar Alejandro II de Rusia, y que durante la II Guerra Mundial recibió una bomba sobre la cúpula más alta pero no llegó a explotar, manteniéndose en su interior 19 años hasta que un obrero la encontró.
Los que conocen el Palacio Peterhof dicen que no tiene nada que envidiar a Versalles, y la Catedral de Kazán está consagrada a la Virgen del mismo nombre, el icono más venerado del país.
Alojarse en estas dos ciudades no es problema. Uno de los más espectaculares, por las vistas, es el Swissôtel Krasnye Holmy de Moscú. La suite panorámica cuesta más de 2.000 euros la noche pero sin duda el espectáculo y el lujo lo merecen.
El Ritz-Carlton de la misma ciudad también es otra opción interesante, donde el estilo y el cuidado en los detalles se hace patente desde la fachada, y por 2.300 euros la noche.
En San Petersburgo lo mejor es alojarse en el Lion Palace, de la cadena Four Seasons, un auténtico viaje en el tiempo a los palacios zaristas de la época, pero con la sofisticación y las necesidades de un hotel moderno, desde 700 euros.
El equipo de la Selección Española no ha llegado a la final del Mundial, pero quizá por eso sea un buen momento para conocer el país de uno de los inversores más fieles y ávidos de venir a nuestro país. Alcemos las copas y brindemos, Vashe zdorovie!
Gala Mora
DESALAS Lifestyle