El 18 de octubre será el Día Internacional de la Naturaleza, y en De Salas queremos celebrarlo viajando a tres paraísos naturales que todavía podemos ver en estado casi salvaje. En estos tiempos donde la vida al aire libre ha cobrado una dimensión vital, nos ha parecido un buen momento para conocer lugares únicos que todavía, y a pesar de la mano del hombre, lo siguen siendo.
Vamos a empezar a lo grande, viajando a nuestras antípodas, Nueva Zelanda. Porque allí encontramos las Cuevas de Waitomo, una maravilla subterránea que bien merece una incursión a la tierra, al más puro estilo Julio Verne. Se trata de una región rural situada el norte de Nueva Zelanda. La zona es espectacular y desde luego un despliegue de naturaleza. Pero es en su interior donde encontramos el motivo del viaje.
Las cuevas de Waitomo son una excavaciones naturales de roca calcárea que forman grutas que tienen como mayor particularidad la existencia de un gusano luminoso en el techo, el cual emite una luz brillante y azulada que en realidad sirve para atraer a su presa, pero sin duda también a los ojos de los humanos, que en ningún otro lugar del planeta pueden contemplar un espectáculo como este. Y para alojarse, el delicioso y coqueto Waitomo Caves Hotel.
La segunda parada la vamos a hacer en Perú, concretamente en la llamada Montaña de Siete Colores, Montaña Arcoíris o Montaña de Colores. Situada a 5.200 metros de altitud, se encuentra en la región de Cuzco, en el camino al nevado Ausangate. Su verdadero nombre es Vinicunca, y aunque costoso, merece la pena el ascenso a esta maravilla de la naturaleza.
La montaña presenta una serie de franjas de varios colores, debido a la composición mineralógica presente en sus laderas y sus cumbres, que le confieren un aspecto como de fantasía y se ha convertido en uno de los lugares más espectaculares y visitados del mundo. Para descansar del fatigoso día, lo mejor es pernoctar en el hotel Antigua Casona San Blas, el mejor valorado de todo Cuzco.
Y acabamos nuestro viaje en África, en el desierto más antiguo del mundo, el Namib, que muere en el océano Atlántico. Y allí, en Namibia, existe otro enclave de la naturaleza único en el mundo, la Costa de los Esqueletos. Los portugueses lo conocían como Las puertas del infierno, y los bosquimanos le llaman La tierra que Dios creó con ira.
Se trata de un territorio tan hostil y desolado como bello, un tercio de la costa recoge el parque nacional de la Costa de los Esqueletos que se extiende por unos 500 kilómetros a lo largo de los cuales, la fría corriente del río Benguela unida a los fuertes vientos y densas nieblas, empuja las olas hasta las dunas y ha hecho que en los últimos cinco siglos hayan naufragado más de un millar de barcos, cuyos “esqueletos” llegan a aparecer incluso en la misma arena del desierto. Eso sí, a cambio conviven multitud de especies animales. La experiencia será completa si te alojas en las cabañas de súper lujo Shipwreck Lodge.
Tres continentes, tres lugares únicos que nos hacen pensar que todavía el planeta y la naturaleza están a tiempo de salvarse y por parte de De Salas, de poder invitar a nuestros clientes y amigos a visitarlos. Buen viaje.
Gala Mora
DESALAS Lifestyle